La postura que adoptamos en el día a día no solo afecta a nuestra salud física, sino también a nuestro bienestar mental y emocional. Muchas de las dolencias que sufrimos —dolor de espalda, rigidez cervical, tensión en hombros o fatiga crónica— están directamente relacionadas con patrones de movimiento erróneos o hábitos corporales adquiridos a lo largo del tiempo.