La motivación no es una receta mágica, pero puede ayudarnos a superar dificultades, construir hábitos saludables y sentirnos más satisfechos con lo que hacemos —o incluso con lo que decidimos no hacer.
Antes de encontrar algo que te motive, es importante observarte, conocerte. Solo así será más fácil hallar una motivación que se alinee con tu manera de entender la vida y que, de verdad, te satisfaga.
Reflexionar sobre ti mismo: el primer paso para motivarte
Reflexionar sobre uno mismo es un paso esencial.
"El mayor peligro para la mayoría de nosotros, no es que nuestra meta sea demasiado alta y no la alcancemos, sino que sea demasiada baja y la consigamos."
- Miguel Ángel Buonarroti.
Necesitamos parar para identificar nuestro estado de ánimo, nuestras inquietudes, pasiones, miedos. A menudo creemos que nos conocemos perfectamente, pero caemos en mecanismos inconscientes —a veces de autoboicot— que nos generan dolor y sufrimiento innecesario. Pararse a observarse es necesario.
La mente divaga continuamente entre miles de pensamientos que, muchas veces, nos hacen más daño que bien. Escucharnos de verdad es el inicio de una transformación más profunda.
Por eso, te propongo un ejercicio de reflexión. Unas preguntas que no solo pueden ayudarte a conocerte mejor, sino también a encontrar esa motivación del día o incluso una motivación más duradera para esta etapa de tu vida.
Preguntas para conectar contigo
Pregúntate con sinceridad:
- ¿Qué me importa, de verdad?
- ¿Qué me hace sentir bien, en calma, en paz conmigo?
- ¿Qué cosas no estoy dispuesto/a a negociar en mi vida?
- ¿Qué actividades me hacen perder la noción del tiempo?
- ¿Qué me hace sentir más vulnerable o inseguro/a?
- ¿Qué miedos influyen en mis decisiones?
- ¿Qué quiero experimentar o aprender antes de morir?
- ¿Qué me gustaría dejar como legado?
- ¿Qué patrones se repiten en mis relaciones?
- ¿Qué decisiones han marcado mi rumbo?
Ahora, escúchate con honestidad y amabilidad. No tengas prisa. Tómate unos minutos en silencio para dejar que estas preguntas resuenen en ti. Observa lo que surge. Siente las emociones que te provocan. Y, desde ahí, intenta dar un paso pequeño, pero concreto: elige un propósito realista que puedas poner en práctica, aunque sea hoy mismo.
La motivación comienza cuando te das el permiso de intentarlo. Cuando decides tratarte con más cuidado, con más claridad, y vivir desde un lugar más consciente. Porque sí: te lo mereces. Y puedes empezar ahora mismo.
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