Compasión: la fuerza humana que transforma el sufrimiento

la compasion con lara bañuelos

Durante siglos hemos escuchado que la compasión es “sentir lástima por quien sufre”. Sin embargo, esta idea —arraigada en nuestra cultura y en la definición tradicional del término— no solo es incompleta, sino que es algo mucho más profundo y más transformador que la simple pena. Comprenderla de forma adecuada puede cambiar la manera en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos.

¿Qué es realmente la compasión?

La palabra compasión proviene del latín com-pati, “sufrir con”. Pero en el contexto de la psicología moderna y las prácticas contemplativas, compasión no significa “cargar el dolor del otro”, sino conectar con ese sufrimiento desde la lucidez y el deseo auténtico de aliviarlo. Se trata de una fuerza interna que nos guía a actuar para reducir el sufrimiento, tanto propio como ajeno. 

Los tres pilares de la compasión

Los tres pilares de la compasión según la psicóloga estadounidense Kristin Neff se pueden resumir en:

  1. Mindfulness o atención plena   
    - Tomar conciencia del sufrimiento propio y ajeno, sin juicios ni críticas.   
    - No negar el dolor, ni huir de él, ni quedar atrapados (sobreidentificación).
  2. Humanidad compartida   
    - Reconocer que el sufrimiento es parte de la condición humana. Esta comprensión nos da ecuanimidad y sentido de conexión.
  3. Autocompasión   
    - Actitud de afecto, amabilidad y comprensión hacia uno mismo cuando se sufre, en lugar de autocrítica o culpa.   
     

Esta mirada dista mucho de la lástima. La lástima genera distancia y superioridad; la compasión une.

Compasión no es empatía

Aunque a veces se confunden, empatía y compasión no son lo mismo. La empatía es la capacidad de sentir lo que siente el otro. Es útil, pero puede resultar abrumadora: cuando absorbemos el dolor ajeno sin herramientas, acabamos exhaustos. Esto es lo que sucede en el burnout profesional de muchas personas que trabajan en el ámbito de la salud, las personas que se ocupan de familiares enfermos, en el sector de la educación o en el voluntariado.

Puedes echarle un vistazo a mis entrevistas con profesionales de la psicología, en mi canal de Youtube.

La compasión, en cambio, activa áreas cerebrales vinculadas con el amor, el cuidado y la motivación para ayudar. Nos fortalece emocionalmente y nos ayuda a ser más resilientes. 

la compasion con lara bañuelos

Compasión y bondad amorosa: parecidas, pero no iguales

En mindfulness se distingue entre bondad amorosa (metā) y compasión (karuṇā):

  • Si no hay sufrimiento, el deseo de que otros sean felices es bondad amorosa.
  • Si hay sufrimiento, el deseo de aliviarlo es compasión.

Ambas están conectadas, pero la compasión responde específicamente al dolor.

La compasión no es exclusiva de una cultura. Está presente en diversas tradiciones espirituales, como por ejemplo en el taoísmo, hinduismo, jainismo o en algunas religiones africanas. Más que un concepto aislado, la compasión es un lenguaje universal que atraviesa fronteras y creencias. 
 

Autocompasión VS autoestima

Durante décadas, la psicología puso la autoestima en el centro del bienestar. Pero la autoestima depende del logro, de compararnos, de sentirnos “mejores” en algo. La autocompasión propone algo revolucionario: dejar de evaluarnos para empezar a tratarnos como trataríamos a un amigo querido.

Los estudios muestran que la autocompasión aumenta la estabilidad emocional, reduce la ansiedad y previene la depresión. Se trata de sustituir la autocrítica destructiva por una motivación sana y sostenible.

La compasión no es debilidad, ni ingenuidad, ni tristeza. Es una mirada madura ante el dolor. Es un acto profundo de valentía: para ver el sufrimiento sin huir y para responder desde el amor, no desde la reactividad.

En un mundo saturado de prisa, crítica y polarización, cultivar la compasión —hacia los demás y hacia nosotros mismos— puede ser uno de los gestos más revolucionarios de nuestra época y una buena oportunidad para sentirnos mejor con nosotros mismos y con todo aquello que nos rodea.

A continuación, encontrarás una meditación diseñada para cultivar la compasión de una manera sencilla y profunda. Antes de comenzar, te invito a adoptar una postura cómoda y erguida. Mantén una actitud amable contigo mismo, sin juicio, permitiendo que la experiencia sea como tenga que ser. Algunas sesiones se sienten fluidas y otras más inquietas, y todas forman parte del camino. Lo verdaderamente importante es la intención y el gesto de dedicarte este tiempo. Agradece tu compromiso con la práctica, independientemente de cómo se desarrolle. 

Que esta meditación sea un espacio de presencia, apertura y cuidado.